Como bien sabrás, a lo largo de la historia como mexicanos nos habíamos dedicado a sobre valuar los productos fabricados en el extranjero.
15 junio 2017 11:49:00
Como bien sabrás, a lo largo de la historia como mexicanos nos habíamos dedicado a sobre valuar los productos fabricados en el extranjero.
Tal y como Gabriel García Marquez planteó en su libro “El laberinto de la soledad”, los mexicanos de cierta manera habíamos llegado a poner a un lado nuestra bandera y valores intercambiado por una patria ajena.
Toda esta actitud se veía de pronto reflejada en costumbres, valores, ideas y hasta la actitud de consumo sustentado en la atracción de productos extranjeros.
Habíamos supuesto de sobremanera que el jardín era siempre más verde desde el otro lado y a falta de contenido, comenzábamos a ver a nuestra patria como un ente sin valor aparente.
Para nuestra sorpresa, México después de resentir el profundo despreció, la ingratitud y la negación, hizo todo lo contrario. Es decir, en lugar de menospreciarse y decaer, decidió florecer y prosperar.
Si, florecer y prosperar en todos los aspectos. Poco a poco fue construyendo cimientos firmes que dieran sustento y empoderaran ese potencial que siempre se tuvo y permanecía oculto.
Se reunió con el tiempo a un equipo de creyentes que dieran crédito de lo que la nación mexicana tenía para aportar. Posteriormente, se cimentaron sentimientos de pertenencia y unión. Se hizo y se deshizo, se pidieron disculpas por el alejamiento y el olvido se borraron los prejuicios y se transformamos en información. A tal grado que se lograron derribar las fronteras hasta unificarse en un solo sentir, un solo latir, un solo México. Todo esto fue posible porque el que reniega de sus raíces, reniega de sí mismo.
Afortunadamente, estuvimos a tiempo para dar el grito y sentir de corazón el lugar bendito en el que vivimos.
Todo esto tomo tiempo, sin embargo el tiempo fue tan suficiente que logró re forjar el sentimiento de patria por que tanto tiempo se encontró perdida.
Se sintió de pronto un despertar acompañado de una pregunta ¿porqué no enaltecer con el amor del alma todo aquello que nuestra única y preciada patria nos ha aportado desinteresadamente, cómo hemos sido capaces de poner en manos de otras naciones la atención de nuestros ojos y el valor tanto emocional como económico?
Una vez comprendida la pregunta comenzamos a dar respuesta, sin embargo, la respuesta no requería de un argumento sino que involucraba acción. Necesitaba compromiso.
Fue entonces que paso lo que debió haber pasado hace tiempo, SE OTORGÓ VALOR. Se entregó credibilidad a la nación a la que habíamos estado invalidando.
Y la nación escuchó.
Escuchó tanto que incluso retumbó.
Nos unimos para por fin, dar valor al sentimiento de calidez que solo un mexicano reconoce.
Hoy después de tanto, al fin hemos logrado comprender y ser empáticos.
Aplaudiendo el sudor y dolor en las manos de un artesano que trabaja arduamente, la calidad de los productos de la cosecha hecha en México, el encanto de los colores, la seducción de nuestros alimentos, la imposibilidad de resistirse a nuestros sitios turísticos, la vibra, la gente, las costumbres y el sonoro rugir del cañón.
Sabemos y sentimos a flor de piel que México no es cualquier lugar, es un sitio bendito. Tocado por Dios.
La Pomponería es solo un reflejo de un sentir que toma fuerza, que da esperanza, que forja un camino y que brinda sustento a comunidades marginadas.
VIVA MÉXICO.
Atte. La Pomponería.